martes, 8 de febrero de 2011

Muda de Piel

Tuve que mudar de piel.
Expuse mi antigua piel a otras que no merecían tenerla cerca.
Se la di a una senhorita que me la pidió con gritos dulces de placer, Esmeralda.
Ella se encargó de guardarla en su ropero extendida con mi forma y mis lunares.
A cambio, ella colocó en mi mesa de noche una prenda suya que prefiero no mencionar.
500 noches despues de la última vez que la vi, fui a buscarla a pesar de mis heridas internas.
Yo la quería rescatar y no iba a estar tranquilo sabiendo que mi piel permanecía en su ropero observando -quizás- escenas grotescas de ella con algún otro sujeto, que por coincidencias de la vida se parecía bastante a mi.
Recuperé mi piel, mi vieja piel, sólo para entregársela a una joven con máscara de inocencia.
Ella no tuvo mejor idea que vestir mi piel una vez que la tuvo entre sus manos.
En ese instante la escena era singular y bonita.
Ahora el recuerdo de esa escena mancha mucho más de fango mi vieja piel.
Tuve que cambiar de piel.
Lola, la joven de la máscara, la había usado y por ende ensuciado de mentiras, falsos gestos y perfumes baratos.
La adherió a su cuerpo por 3 noches consecutivas y pretendía quedárse con ella para siempre pues le gustaba su color y su calor.
Sin quererlo y sin saberlo, fue Esmeralda la encargada de salvar temporalmente mi vieja piel.
El recuerdo de Esmeralda alejaba a Lola de mi piel demorando lo inevitable, que mi vieja piel color celeste con lunares se manche con ella y sus acciones.
Mi piel, mi vieja piel, se manchaba con el fango más asqueroso y nauseabundo durante cada acto de duración incalculable que esa joven provocaba, cometía y ocultaba.
Fango tras fango, lodo tras lodo, asco tras asco.
La combinación más enferma, fétida y podrida de fluidos la embarraron.
3 o 4 anhos pasaron desde que Lola brillantemente fingió cambiar autoproclamándose merecedora de mi vieja piel sólo para ensuciarla.
1 o 2 minutos me bastaron para demostrarle lo que ella en verdad era.
Luego de la batalla de las mil y un mentiras, una de mis principales bajas fue mi piel.
Mi vieja piel quedó manchada, danhada, acongojada, confundida, e impresentable.
Tuve que renovar de piel.
Mi nueva piel está más hermosa y celeste que nunca.
Ahora la llevo conmigo a todos lados..se ha vuelto una extensión de mi propio cuerpo..permanece adherida a mis huesos y a mi corazón de melocotón..la cuido y la protejo..lejos de piedritas y mentiras..muy lejos.


..trés belle..



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