jueves, 20 de diciembre de 2012

Pelear o morir


No era un super-héroe, la motivación de sus acciones no era la justicia, ni la moral. Simplemente quería golpear y ser golpeado, atacar y ser atacado, pegar y ser pegado, sacar sangre y que le saquen sangre. Quería un desahogo, necesitaba una excusa para liberar su energía atrapada desde varios meses atrás. Quería eso, quería ver herida y carne viva expuesta. Quería revancha. Estaba al límite de la razón.

Salía de su departamento cuando empezaba a oscurecer. Su departamento celeste que cuidadosamente acomodó por semanas como un calco de su casa antigua. Salía y se perdía de inmediato. Solamente llevaba consigo cinco monedas de un sol, su celular más viejo con el número más fácil de aprender, su DNI, su carnet del seguro de salud y una máscara roja en el bolsillo trasero. Vestía siempre un jean celeste pegado y viejo, zapatillas para correr plomas con pasadores rojos, y una camisa oscura con un polo blanco siempre limpio por encima de sus peculiares cadenas.

No era un super-héroe, pero caminaba super-rápido. Iba por las avenidas menos transitadas acompañado de la oscuridad y miraba a todos lados como un vigilante. Cuando veía un borracho o una pandilla haciendo algún desorden sabía que no debía dejar pasar la oportunidad de golpear, de envestir, de sentir el placer de ocasionar moretones. Es un hecho que en más de la mitad de las ocasiones él salía muy mal parado, pero eso poco o nada le importaba. Esa era la única razón por la que siempre llevaba su carnet del seguro junto a su DNI y también la explicación de porqué en una de sus cadenas tenía un dije de acero quirúrgico donde estaban grabadas cada una de sus alergias (siete químicos diferentes en total). La sed de acción no le quitaba ni por un segundo su esencia de precaución.

Habían pasado casi tres meses desde que empezó a hacerlo y ya tenía cuatro cicatrices en la frente, seis puntos en la ceja izquierda, un pómulo hinchado hacía dos semanas, cortes en el brazo y moretones en las rodillas. A pesar de todo, terco como él mismo, seguía saliendo. Seguía porfiado como una mula en busca de peligro, de aventura, del goce de una buena pelea y un buen desahogo. No había nadie que le diga que se detenga. Simplemente abría la puerta, salía, saludaba al vigilante de turno, entraba a alguna calle con poca luz, se ponía la máscara y empezaba su solitario patrullaje.

Hubo una ocasión en la que caminaba por el centro de la ciudad, en medio de la pista pues la hora lo permitía y se percató de un grupo de dos jóvenes con una señora siendo asaltadas por tres delincuentes probablemente drogados. Sólo uno de ellos llevaba cuchillo así que no lo pensó dos veces y a pesar del dolor de sus rodillas fue corriendo hacia los inadaptados para golpearlos sin preguntar. Estaba tan furioso que al primero lo dejó en el piso sangrando con un solo golpe directo a la nariz. Ni siquiera se detuvo a mirarlo, le pateó la entrepierna al mismo tiempo que otro trató de tumbarlo al piso. Con una agilidad como si tuviera cinco años menos lo esquivó y le dio una patada que no causo gran mella en el sujeto.

Eran dos contra uno, el tercero había quedado inconsciente pero respirando a un costado de la pista. Sin embargo, no era la primera vez que se encontraba en esa situación. Ni siquiera era la primera vez que estaba en la mira de un arma punzo-cortante. Pero sí era la primera vez en que las víctimas se quedaban en la escena sin salir corriendo asustadas. No podía permitir que la cordura lo invada, necesitaba esa energía extra que brinda la adrenalina para salir de la situación sin la necesidad de emplear su carnet del seguro como en tantas ocasiones pasadas.

Hizo lo más absurdo, se tomó el bolsillo izquierdo de la parte de atrás de su jean con la seguridad de un bandido, de un perro, de un zorro, de una mordaz ave de rapiña. Miraba fijamente y avanzaba despacio, como si tuviera detrás un sable samurái  o la guadaña de la muerte misma.

Quizás la hora, quizás la seguridad de su mirada debajo de la máscara roja o quizás nunca se sepa, pero lo que ocurrió luego fue que ambos delincuentes lo pensaron dos veces antes de acercársele. En realidad sólo lo miraban y él a ellos, a los ojos, con una sonrisa de desquiciado, de seguridad, los ojos demasiado abiertos para ser un ser humano que no había consumido sustancias tóxicas, sin parpadear, sin una gota de lágrima que se forme. Miraba fijo a los dos miserables y a sus pares de ojos, avanzando despacio hasta estar a menos de un metro de distancia.

Abrió la boca con los dientes apretados sin parpadear,  y en el instante que tensó el brazo que tenía detrás como haciendo el ademán de desenvainar el arma de aire, la ficción de espada, la guadaña imaginaria. Ambos delincuentes dieron un salto hacia un costado y se fueron caminando rápido volteando el rostro de vez en cuando. Él gritaba improperios, palabras que sólo había oído en las calles de su antigua casa, donde se juntaban los narcos a diseñar sus planes, donde se peleaban las pandillas de las 5 esquinas. Donde aprendió a pelear, de donde no sentía ni un micro-gramo de vergüenza. Gritaba con un furor tan sobrenatural como si su corazón estuviera incendiándose dentro de él.

No alcanzó a oír las palabras de la señora, sonaban como de agradecimiento, ni los detalles del llanto de una de las jóvenes, la más escandalosa. Sin embargo, sí se dio el tiempo y no pudo evitar notar la mirada de la que parecía menor en el grupo de las tres, de la que no tenía ojeras, de la de los cabellos lacios que se ondulaban tímidamente con el viento cálido y húmedo de la noche. Las palabras exactas de la joven fueron: “Yo te conozco” con una leve sonrisa que trataba sin éxito de ocultar.

Casi al instante y como si despertara súbitamente de una pesadilla, reconoció la voz. La miró con ayuda del faro de la madrugada y de la Luna fisgona que era casi su única aliada por las noches. Luego de juntar un poco los ojos, comprendió de quién se trataba y con un gesto de sorpresa se le evaporó toda la adrenalina. Despertó, volvió en sí, reaccionó, pero no se quitó la máscara. Simplemente le dijo:
-Cuando la situación se torna difícil solo tienes dos opciones: pelear o morir. Llevo 7 meses viviendo la misma situación difícil y como puedes observar, niña, sigo vivo… aunque no esté a tu lado.

Esa no fue la última vez que se vieron, pero sí la última noche en que él uso esa máscara burlona.




Very much

Tienes que admitir
que te hice bailar con mi voz más grave
encima mío en un segundo plano
cantabas y bailabas como flor que se niega a decaer por el otoño.

Tu vestido y los colores naranja

transparente bajo la luz artificial que nos hacía compañía
y yo seguía cantando para que no te detengas.

Tienes que admitir

que te hice levantar de la alfombra con mi voz ronca
parada arriba mío en cuatro dimensiones
repetías mis palabras y te movías como la segunda fase de una hipnosis.

Tu vestido claro y la proyección de sombras

transparente bajo la luz artificial que nos hacía compañía
y te seguías moviendo para que no me detenga.

-"Flowers are the things we grow
Secrets are the things we know"




JUGAR A MATAR [1]



Por más irónico que suene, era este objeto en particular lo único en el mundo que lo mantenía con ganas de seguir viviendo cada día. Pues todos los días religiosamente lo buscaba encima del mostrador y pensaba que tal vez ese día en la tarde, cuando la oscuridad empezara a cubrir la ciudad, ella volvería para reclamarlo y terminar de una vez por todas lo que empezó: JUGAR A MATAR.

"Porque vivir es jugar y yo quiero seguir jugando.."

Aquí está.. intacto.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Trabalenguas [Borrador]

Creo que me quieres
y no te das cuenta
o quizás yo no me doy cuenta
que no te atreves a contarme que ya no me quieres.

Quiero que me creas
y que te des cuenta que aún te quiero
no le cuento a nadie lo que te cuesta creerme
y es que caigo en cuenta que no cuento con tu querer.

Creo que te quiero
y no me doy cuenta
o quizás sí me doy cuenta
pues me atrevo a contar de memoria tus lunares en las tardes.

Quiero que vengas a visitarme alguna noche
quedarte conmigo sin contar las horas
caer o creer en el "te quiero" de una caricia
quiero que vengas a visitarme esta noche contando y creyendo en mi querer.



Jor.

Decidió buscarla.
Condujo hasta su universidad y luego de dar unas vueltas pudo divisarla a lo lejos con él. La vio feliz, entonces se alegró de su felicidad y se fue manejando a 50 rumbo a casa.
Mentira.
Decidió investigarlo a fondo, a profundidad, a cabalidad. Con una obsesión tan desquiciada que sólo había experimentado una vez varios años mientras leía Sherlock Holmes junto con ella en el mini-jardín de su departamento.
Fue directo a la fuente, al muchacho que parecía sincero. Buscó su presente, el pasado ya pasó. Investigó donde hacía sus compras, cuantos minutos se demoraba en el baño, su equipo de fútbol, las mujeres con las que tenía más confianza, con quienes gastaba horas de su tiempo, sus salidas nocturnas mientras ella dormía luego de las buenas noches de su mamá.
Barrió su vida actual con una precisión comparable sólo a la de un espía ruso. Tenía la certeza de que algo iba a encontrar y así ocurrió.
Terrible para él fue darse cuenta de que ella también lo sabía. Estaba enterada, pero lo aceptaba.
Entonces decidió buscarla.
Condujo hasta su universidad y luego de dar unas vueltas pudo divisarla a lo lejos con él. La vio feliz. Engañada, pero feliz.



sábado, 15 de diciembre de 2012

Bajo el sol

Bajo el sol recorro la orilla y me voy agotando sin notarlo
Son dos o tres horas recorriendo toda la costa azul con amarillo
Niñas que se tropiezan con mis pasos
Zapatos que piso y pateo con el propósito de que no se me crucen nunca más
Y la mirada de señoras que poco me interesan me agobia
Entorpecen mi andar
Distrae mi mirada y mi objetivo

Sé que no estás ni a mil kilómetros de mi andar
Pero eres tú
Tú en oposición al sol
Mi polo celeste comienza a incinerarse bajo el sol
Siento los rayos atravesando mi piel luchando contra la nada de bloqueador en mi rostro
Paciencia
Cansancio dolor
Arde todo pero nunca tanto como tu ausencia
Veo el mar pero sigo mi camino no escrito ni planeado
Nadie me conoce no conozco a nadie
Joven sirena me pide una foto
Simpatía pero le falta algo
A todas les falta algo
Me he vuelto tan exigente como el número de huellas que he dejado atrás mío desde que empecé este camino zigzagueante en la mañana
Gracias me dice con una sonrisa
Parco yo
Le falta algo importante
A todas les falta algo
Y sigo el rumbo
Desacelerando en las colinas
Las piernas me duelen
Mis delgados brazos empiezan a quejarse
Sed de sed
Ganas de tu mirada de témpano de hielo
Y todavía sigo pensando que le falta algo importante
A todas les falta algo muy importante
Ninguna son tú.


viernes, 14 de diciembre de 2012

Me debes un helado

Caminaba o corría.
Nos tropezamos.
-Te conozco de ayer.
-Te conozco de otra vida.
-Me debes un pantalón.
-Me debes un helado.



Todo

Le pregunté que le gustaba.
Me respondió en tono irónico que le gustaba todo.
Desde aquel día sigo envolviendo el universo en papel canción para un día entregárselo por la tarde.



Transformación

Paralizada y con los ojos no tan abiertos para que no notara su nerviosismo se llenaba la cabeza de ideas sobre como responder a su pregunta con la verdad y al mismo tiempo evitar ser vista como una zorra.

Con cada uno de los segundos que demoraba en emitir una respuesta fresca y sincera su delicada piel se iba cubriendo de vellos pardos poco a poco, sus dientes se iban afilando y su pequeña boquita se alargaba lentamente de forma puntiaguda con finos bigotes claros muy cerca de su nariz ya oscura.

Finalmente, se podía apreciar una frondosa cola que adornaba inquieta el final de sus cuatro delgadas patas. Habían pasado 2 eternos minutos sin una respuesta. Comprendió entonces que el silencio ya le había ganado y en ese mismo silencio emprendió una inexplicable retirada.



martes, 4 de diciembre de 2012

Tengo ganas

Tengo ganas de escribir, pero no tengo papel
Escribiré en tu piel.
-Ahhh ¿Por qué nunca lo hice cuando pude.. cuando estabas a mi lado?
Lapicero azul y mis dedos de mantequilla resbalando por tus muslos y rodillas.
Tengo ganas de escribir, pero no tengo papel
Escribiré a tus pies.
- Ahhh, y ¿Por qué nunca te obsequié mis poemas.. los que escribí para ti?
Cenicero maltrecho roto en el pasadizo, humo que se aleja de mi cuerpo de erizo.
Tengo ganas de pintar, pero no tengo lienzo
Usaré tu vientre tan tibio.. olor a flores e incienso.



domingo, 2 de diciembre de 2012

Grafos


Es hora de sacar toda mi creatividad y colocarla en la punta de mis dedos
hasta quedarme vacío y frío
caminar con las manos
de cabeza
abrir mi mente
expandirme y explotar en tu rostro.
Visitarte o esquivarte no es una decisión que se deba tomar consciente
saco -pues- este vino amargo hecho en Chile y luego de un bistec
bebo
humedezco mis ideas
las remojo en tus abismos
hasta perderme entre tus fotos vivas.
Es hora de sacar mi creatividad
toda ella
y sorprenderte en la puerta de donde te encuentres.
Me conoces más que nadie, pero no llegas ni a la mitad
calamidad
grafos y graffitis
películas que se queman
quemaduras que se entrañan
se fusionan con tu nombre y tu sonrisa.
- ¿Una foto mademoiselle?
- ¿Una foto pitonisa?