viernes, 21 de junio de 2013

Crímenes perfectos

61/80

-¿Sabes por qué nunca me vas a querer?
Porque me volví como tú.
Muy fiel a ti, a tus gustos, condiciones y adicciones.
A mi no me gustaban esas películas, ni esas series, ni esos juegos.
Ahora sí.
Me recuerdan a ti y me obsesiono encontrándoles cada vez más parecido a ti.
Paso muchas horas de mi vida buscando nuevas historias con tu nombre.
Cuando encuentro  un dibujo nuevo lo relaciono contigo y te veo reflejada en él.
Estás presente en cada escena como un calco exacto y comienzo a entender porque actuabas de una u otra manera.
Pienso todo el tiempo porque no vi junto a ti todo lo que me insinuabas, así te hubiera entendido desde el principio.
Así justifico el hecho de que ya no estemos juntos, así le encuentro pretextos a haberte pasado por alto, a no haberte elegido a tiempo.
¿Sabes por qué ya no me vas a querer?
-Todavía te quiero.


lunes, 17 de junio de 2013

Alta suciedad

38/80

Por la casa de mi madre vive un patita que siempre que estoy caminando por esas calles me mira con cólera. Es como si le debiera algo importante, me mira realmente con furia directo a  los ojos. Es curioso porque haga lo que haga me lo cruzo casi siempre que paso por ahí y yo nunca paso a la misma hora, no tengo horario ni días repetidos para visitar a mi madre. Es como si me esperara y a propósito decidiera caminar en dirección opuesta a mis andares. Me cruza a velocidad siempre mirándome a los ojos, muy fijo, muy rígido, muy salido de sus casillas.

Es una persona de apariencia normal, con ropa que pareciera de marca, pero que no lo es. Calculo que me gana en edad por 1 o 2 años. No creo que sea menor que yo, tiene ojeras y el hecho que sea más alto que yo por 5 o 7 centímetros le da una sensación de adultez o de adulterio. Es extraño, no sé quién es aunque se parece a alguien que no recuerdo bien. Tez clara, contextura más gruesa que la mía, cabello ensortijado y no tan oscuro. En la oscuridad no distingo más detalles, pero su piel no parece ser limeña. Que no se me malentienda, pero la piel limeña es distinta, no es tan clara o tan brillosa. Su piel es como de provincia, parece del norte, podría apostar a que viene del norte o por lo menos ha vivido varios años por allá.

Cada vez que camino, me cruza y  me mira con rabia, furia, rencor. Yo le devuelvo la mirada directo a los ojos con los míos bien abiertos como búho de madrugada, muy serio. La verdad es que me da cólera que me mire así, pero más cólera me da que siempre me encuentre en un estado light, en un estado tranquilo, sereno, pacífico, meditabundo, relajado.

Como me gustaría que un día me encuentre enojado. Un día que me haya peleado con alguien, con el gerente, con el vigilante, con mi mejor amigo, con mi perro, con mi vecina, con su mamá, con Anna, con mi computadora, con mi proyecto, con mi profesor, con mi algoritmo, con el cura, con la monja, con M. Jackson, con Andrés. Como quisiera que me encuentre luego de haber discutido o que esté pensando en alguna cosa que me haga hervir la sangre y esté con la cabeza a punto de reventar. Espero sinceramente encontrármelo en un momento así, lo deseo de corazón, lo merezco.

Un día me va a pasar algo o voy a recordar algo que me de tanta cólera justo antes de encontrármelo por la calle entonces no voy a pasar de largo por su costado, no, nada de eso. Voy a ir directamente hacia él y le voy a meter un golpe tan fuerte y tan duro directo al pómulo derecho que lo voy a tumbar al piso. Le voy a meter un viaje tan duro que de un único golpe le voy a haber reventado la cara. Le voy a dejar el rostro morado, tan morado como mi apellido. No contento con eso le voy a patear un par de veces en el suelo. En el piso me voy a acercar y lo voy a ver directamente a los ojos mientras que con mi rodilla le voy a ir aplastando una de sus manos contra el pavimento. Con los dientes apretados pero con la boca cerrada lo miraré a los ojos y comenzaré a golpear la acera muy cerca de su oreja derecha con furia, con rabia contenida, gritándole a todo pulmón en la madrugada: "Conchadetumadre, yaséquiéneres, ¿ytieneslaostrademirarmeasí? ¿ytieneslaputaconchademiramedeesaforma? hijodeputaagradecequeestoysoloyquenoestánmisamigos, sinoteregresaríaatubarriomarginalenunacamillaconagujerosenelpecho."



domingo, 9 de junio de 2013

A los ojos

24/80

La otra vez me encontraba caminando por donde asumo que pasas tus horas nocturnas previas a tu retorno a ese lugar cerca a un parque al que llamas "hogar".

Caminaba intranquilo.

Si recuerdas como soy, comprenderás que estaba alerta por si te veía a la distancia no incomodarte con mi presencia y cambiar mi dirección. Lo mismo va con tus amigas, que aunque estoy seguro que ninguna me recuerda, prefiero evitar que alguna pueda tener buena memoria y te termine contando que me vieron por ahí con este yeso que se ve tan mal y los moretones.

Caminaba como suelo hacerlo, a paso acelerado, tratando de parecer tranquilo, estaba sin carro por lo tanto me sentía vulnerable, presa fácil de las miradas de tu zona, tu lugar, donde eres local y yo visita.

Estaba por llegar a mi destino, al costado del cerro con árboles y pinos, cuando te vi.

Te vi sola, lo cuál me pareció extraño, raro y bizarro. Te dirigías hacia mi dirección pero mirando tu aparato enorme de llamadas. No podía cruzar la pista, porque había muchos carros avanzando y el policía dándoles el paso. No podía quedarme quieto pues si alzabas la mirada me encontrarías ahí con cara de sorpresa tratando de ocultar los golpes, el yeso y mi sonrisa. La única salida era confiar en mi ropa de oficina, en mis zapatos guindas, en mi correa gruesa, en mi casaca verde oscura con cuello alto como detective y caminar raudo por tu costado antes de que termines tus quehaceres con tu móvil.

Al pasar por tu costado no pude evitar oler tu perfume, desacelerar un poco y acelerar nuevamente, incluso creo que nos chocamos un poco a causa tuya, si hubieras volteado y me hubieras reconocido me hubieras dado un rodillazo en la pierna y yo me hubiera reído mucho. Pero no fue así, y seguí mi camino sin voltear, sin respirar, sin mirarnos a los ojos.


Loco + Corte de huracán

37/80 + 12/80

-Y hasta que por fin te quitaron el yeso del pie izquierdo.
-Adiós muletas de mierda, no las voy a extrañar ni si quiera un poco.
-Patas de rana, flacas y delgadas, la presión y la comezón de 2 meses sin poder trotar ni correr ni caminar ni volar a su lado.
-De todos modos no lo iba a hacer.
-Ahora sí, puedes salir a recorrer las rutas de su espalda.
-¿Viernes? Perdón, ¿Domingo? Mira que no me muevo hace varios meses nena
-No necesitas alcohol, no necesitas de nadie.
-No voy a mentirle a ninguna ninfa con tal de recostarla en mi alfombra. Ya está decidido.
-Pero por fin puedes recorrer las plazas y el acantilado.
-Esta vez solo y loco, esta vez ronco.
Y siempre me llegaron al peroné aquellas primaveras que esperan a que llegue el sol a rescatarlas, por el amor de God, ¿No pueden venir alguna vez a buscarlo? ¿Es que acaso lo tenemos que hacer todo por el solo hecho de que ustedes usan faldas cortas y sonrisas con cortinas?
-Me río, la justicia me da risa.
-Que no te de vergüenza!
sal a la calle con cojera de perro herido, que te importe un "joraca" lo que murmuren los que sólo saben la versión absurda de tu accidente.
Igual, nadie sabrá la verdad, igual nadie lo vivió contigo, igual tienes  una nueva oportunidad de ir a buscarla.
-La llamé, pero no sabes cuanto me costó.
-No.
-Me costó porque tuve pánico escenico. ¿Sabes hace cuanto que no hablo con su madre? Me tuve que inventar otro nombre. "Habla Ednilson", le dije.
No me creyó. Su madre reconoce mi voz, lo cual es absurdo porque sólo he hablado con ella una vez y teniendo más vino en mi sangre del que nunca imaginé estando con ella.
¿Lo entiendes? ¿No? Yo tampoco. Pero la llamé después de todo, como para que mi conciencia esté tranquila.
Me comunicaron con ella. Le hablé e intenté contarle. Hablamos 1 hora, y no le dije nada.
Creo que en el fondo no quiero que nadie sienta lástima por mi.
Ni si quiera ella que no tendría lástima, sino una genuina preocupación como quien recuerda por un instante todo lo que vivimos en tan breve tiempo que se aleja.
-Al final sólo quieres que ella te vuelva a abrazar extrangulándote como antes, ¿verdad?
Seguro que le hiciste bromas absurdas, te encanta.
-Sí y de hecho que también sabes que me mandó indirectas agresivas, como queriéndome arrancar los pulmones con sus palabras.
-Y no pudiste contarle del accidente.
-No, ella tenía que salir a combatir con Hungría.
-Taxi y estarías en su casa en 15 minutos.
-Uno de los principales ríos de África divide mis semillas de su limo.
-Pero al menos oíste su voz.
-Pero al menos oí su voz.
-E imaginaste su pecho de vampira.
-Y me pegué un tiro.
-Oh sí, oh sí.



domingo, 2 de junio de 2013

La milonga del marinero y el capitán

14/80

Era preciosa o ¿era la oscuridad?
Era rubia y aunque Ernest M. H. no siente mucha atracción por las rubias decidió ir hacia donde estaba.
Era preciosa o ¿era el alcohol?, pero a diferencia de otras ocasiones en que la duda le ganaba, esta vez fue por ella.
-Hola, ¿Bailas?
Tomándola del brazo y con una sonrisa de tequila y vodka caminaron a la orilla.
La música era precisa, bailable, fuera de lo común: milonguitas y cumbias villeras.
Directo al grano.
Entraron donde la masa se mueve, donde el sudor brinca, donde las caricias desbordan.
-¿Cómo te llamas?
-No hablo espagnol.
-Hey, really do you speak english?
Como haciéndose el canchero, el dominante, el habilidoso, el quimboso. Y no es que no lo fuera, sino que era un parte suya que rara vez salía a flote.
¿Y cómo iba a salir a flote ese lado suyo en las bibliotecas donde pasaba el 80% de sus ratos libres?
-Je parle français. Je suis canadienne.
-What the fuck? Je parle français aussi, c'est le premier fois que je parle avec une fille en cette langue!!!
Risas, conexión. Como si eso fuera posible de hacerse en una discoteca al borde del mar. Como si eso fuera lo que realmente les importaba a ambos.
-Mais tu me comprends, non?
-Oui, bien sûr!
Bailaban, y se movían y se pegaban y los observaban.
Una mujer así de bella no pasa desapercibida, menos con esa falda de gitana.
Único y loco,sui géneris realmente.
Se movían muy bien. Como para hacer que cualquiera pierda  el juicio. Como para tomarles una foto y colocarla en un cuadro de honor al mérito.
De pronto una mano áspera sobre el hombro de Ernest.
Presión.
En toda historia siempre hay un dueño por cada mujer. No importa si están peleados, no importa si ya no viven juntos, no importa si él ya no la llama, no importa si ella lo engañó, no importa si él fue quien la engañó, no importa si ahora convive con alguien más, no importa si alguno ganó el premio Nobel, no importa si se metió a un convento, no importa si se acostó con el cura, no importa si quemó sus peluches, no importa si sólo lo recuerda con luna llena o en su cumpleaños, no importa si olvidó su sencillo número de celular: Toda mujer tiene un dueño.
Y apareció el dueño: No para hablar, sino para agredir.
¿Quién se va a poner a pelear con semejante mole que estaba al frente reclamándole por bailar con su novia?
Alcohol. El mejor inyector de conductas estúpidas y falta de reflexión. El mejor catalizador de besos.
-Espera primo! Tranquilo! Take it easy! Espera un poco!!!
Era alto, de contextura gruesa y moldeada con varias horas de gimnasio y sustancias que sólo ahí distribuyen. Ernest lo único que deseaba es que el sujeto frente a él aún no estuviera tan borracho o al menos que no fuera tan idiota como para golpearlo sin hablar primero. Era obvio que en una pelea, lo iban a tener que despegar del suelo. Pensaba en patearle debajo del vientre y salir disparado como un relámpago, pero eso implicaba escándalo.
Ernest detestaba el escándalo, lo detestaba desde el colegio, desde el nido, desde el vientre.
-Why the fuck are you arguing with me if I didn't force her to dance with me? Explain me that! Me entiendes? 
Mientras el gigante se acercaba y él retrocedía, los VIP's alertaban el impase.
-Tranquilo viejo, si quisiera hacer algo malo lo habría hecho hace 3 minutos. ¿Piensas hacer más escándalo, irnos afuera y perderte esta canción?
Una cumbia de nectar. Precisa, perfecta, unas notas y unas melodías salvadoras. Gloriosas y salvadoras, como cantadas por Elvis.
-¿Te perderás esta canción carajo?
Sonrisa pícara de bebé. La única oportunidad.
¿Cómo confrontas a un gigante? Fácil, no lo confrontas, lo haces sonreír
 Ernest lo sabía bien, no por nada había presenciado una docena de talleres de psicología sin que si quiera su mejor amigo lo supiera.
La mole lo miró aún con el ceño fruncido, pero con una mueca en la parte baja de los labios
Esperanzas de una risa.
Los VIP's cada vez más cerca.
-Ven a la barra Abbie.
Enérgico pero sin gritar, mirándola fijo y girando despacio en dirección al centro de la barra repleta de mirones.
La exuberante rubia tomó la mano hirviendo de Ernest. Por detrás, por la espalda, por donde no se veía.
Bajó. Se la apretó. Lo tomó de la cintura y en menos de 1 segundo bajó lentamente hasta por debajo inclusive de sus bolsillos traseros. Como una caricia sutil de 1 segundo que duró una eternidad.
Al oído le dijo
-Ne te inquiete pas. Je suis en..
El golem viró la mirada en dirección de la escena.
-Merci petit.
Un breve beso en la media luna.
-Esto lo tengo que escribir.
Pensaba mientras volvía con sus compañeros de embarcación que atentos miraban desde el otro extremo del ambiente.