domingo, 9 de junio de 2013

A los ojos

24/80

La otra vez me encontraba caminando por donde asumo que pasas tus horas nocturnas previas a tu retorno a ese lugar cerca a un parque al que llamas "hogar".

Caminaba intranquilo.

Si recuerdas como soy, comprenderás que estaba alerta por si te veía a la distancia no incomodarte con mi presencia y cambiar mi dirección. Lo mismo va con tus amigas, que aunque estoy seguro que ninguna me recuerda, prefiero evitar que alguna pueda tener buena memoria y te termine contando que me vieron por ahí con este yeso que se ve tan mal y los moretones.

Caminaba como suelo hacerlo, a paso acelerado, tratando de parecer tranquilo, estaba sin carro por lo tanto me sentía vulnerable, presa fácil de las miradas de tu zona, tu lugar, donde eres local y yo visita.

Estaba por llegar a mi destino, al costado del cerro con árboles y pinos, cuando te vi.

Te vi sola, lo cuál me pareció extraño, raro y bizarro. Te dirigías hacia mi dirección pero mirando tu aparato enorme de llamadas. No podía cruzar la pista, porque había muchos carros avanzando y el policía dándoles el paso. No podía quedarme quieto pues si alzabas la mirada me encontrarías ahí con cara de sorpresa tratando de ocultar los golpes, el yeso y mi sonrisa. La única salida era confiar en mi ropa de oficina, en mis zapatos guindas, en mi correa gruesa, en mi casaca verde oscura con cuello alto como detective y caminar raudo por tu costado antes de que termines tus quehaceres con tu móvil.

Al pasar por tu costado no pude evitar oler tu perfume, desacelerar un poco y acelerar nuevamente, incluso creo que nos chocamos un poco a causa tuya, si hubieras volteado y me hubieras reconocido me hubieras dado un rodillazo en la pierna y yo me hubiera reído mucho. Pero no fue así, y seguí mi camino sin voltear, sin respirar, sin mirarnos a los ojos.


2 comentarios: