martes, 2 de abril de 2013

Me estás atrapando otra vez

59/80

Por más madura que seas, por más fría y calculadora que puedas volverte, por más anti-emocional que te hayas esforzado por verte siempre va a existir un ser humano capaz de hacerte olvidar de todas tus reglas, convicciones, principios, odios y rencores.
Esa persona tiene literalmente tu vida en sus manos y si tienes mala suerte, no lo sabe (o no le importa).
Tal vez si lo supiera (o le importara), volvería a tu lado 1 o 2 veces al mes para obsequiarte un poco de sus fluidos vitales.
Siempre lo he comparado como el dueño (o la dueña) de un perro (o una perra) que nunca pudo entrenar.
El dueño (o la dueña) se pasó probablemente noches enteras tratando de enseñarle a su perro (o a su perra) a hacerse el muertito, a girar hacia su derecha, a comportarse en la presencia de otros animales,  a bañarse con agua fría y otros trucos y formalidades sin mucho o nada de éxito.
El dueño (o la dueña) no tendría motivos para querer a ese terco (o terca) animal para siempre a su lado, pero el perro (o la perra) tiene toda la razón del mundo en extrañar por siempre a su dueño (o a su dueña).
Si el dueño (o la dueña) tuviera buen corazón, luego de que el perro (o a la perra) se escape o luego de soltarlo, lo visitaría una vez cada 24 días para darle alguna de las cosas que sabe que más le gustan: Ya sea en carne, ya sea en líquido, ya sea en almidón y azúcar  y este (o esta) le correspondería con un inquietante movimiento de cola, sobreexcitado por tener de nuevo a su dueño (o dueña) cerca.
Todos somos el perro (o la perra) de alguien.
Así lo niegues, sabes que es verdad.
Todos tenemos un dueño (o una dueña) y por más entrenados que estemos por alguien más que haya intentado domesticarnos, por algún intruso (o intrusa) más, por algún esperpento (o esperpenta) más, por algún buen hombre (o buena mujer) más, siempre (SIEMPRE) que aparezca el dueño (o la dueña) estaremos a sus órdenes sin importar la situación o condición.
Somos dueños del destino de algún corazón aunque no lo sepamos.
Somos perros (o perras) de alguna persona en algún lugar del mundo, y si esta persona apareciera nos atraparía otra vez (aunque no lo sepa).
Sin embargo, hay una situación relativamente bonita que se puede dar en estos casos: Ser perro (o perra) y dueño (o dueña) de la misma persona..
Creo.
La verdad no estoy seguro de la belleza de esa situación.
Cuando esto ocurre, sabes que te van a volver a atrapar o que tu serás quien lo (o la) atrape.
Pues aunque todos te adviertan, nunca dirás que "no".



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