jueves, 7 de febrero de 2013

Cartas sin editar (y no enviadas) - parte II

A ti, a ti niña hermosa que, fascinada de la cultura de Oz, miras series y juegas juegos ingeniosos inventados allá mismo. Debes haber ya visto una película llamada "Sen to Chihiro no kamikakushi" y conste que coloco aquí el título original para demostrar que me he enterrado vivo de cabeza en la historia.
Quiero pues niña hermosa utilizar un símil con esta película para contarte lo que -el ahora- nos presenta y lo que -el mañana- nos aguarda. Como sabrás, no sé nada de ti y por más que semanalmente se me cruza por la mente buscarte por las líneas telefónicas -pues habrás cambiado de portable, pero no de fijo- nunca lo haría.
Nunca lo haría porque te respeto y te guardo cariño inmenso. A pesar de que me quieras asesinar un poco y a pesar de que le darías un mordisco a mi corazón si lo tuviera expuesto, te pienso y no sólo es este mundo sentimental lo que me aplasta sino también los deseos más humanos y vivos que me reclaman tu piel, la que alguna vez me sometió -también un poco- a su voluntad.
Pues bien, esta película, esta historia, este cuento de Oz -y en general todo lo que viene de ese universo- me transporta una vez más a tu nombre y es precisamente ese el tema que explota y revienta esta película, la importancia de tu nombre.
Si yo no recordara tu nombre podría vivir sin tu existencia. Simplemente desaparecerías, pero es tu nombre tan simple, tan común, tan usado y reproducido, que es la misma sociedad occidental la que evita que te olvide. No voy a mentir, han habido varias semanas en que has desaparecido. No lo voy a negar, pensar que te esfuerzas día a día por vivir la misma rutina errada le va quitando forma a las curvas de tu nombre. Pero es tu nombre, y también tu mirada en mi memoria la que vuelve a dibujarme las letras. Vuelve a formarlas, unirlas y anexarlas a mi recuerdo.
Es entonces que vuelves a aparecer.
Nunca te buscaría, discúlpame. Pero si tú lo hicieras, si aparecieras a mi lado aunque sea sólo 5 minutos y cometieses el feliz error de volverme a decir tu nombre romperías el hechizo y también recordarías que un día fui ese dragón que intentó rescatarte del río.
No todo en esta vida es tan simple y no puedo ser tan simple -yo- de prometerte que si lo hicieras no nos separaríamos jamás. Porque hasta el dragón de la película tenía su propio mundo, su propia esencia  pero te digo niña hermosa que sería tu -una vez más- guardián y deberías de saber bien que esa siempre fue mi profesión favorita.
Te recuerdo de toda la vida aunque te conozca cada vez menos, y sé que un día esta carta recibirás. Quizás no de mis manos, pero sí de tu curiosidad.


Trujillo, La Libertad - Perú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario