lunes, 10 de octubre de 2011

p a r a l i c i a d e c o r r i d o

Que no haya relatado lo que ocurrió hace 3 semanas no significa que me encuentre escaso de ideas. Idea. Tu nombre es una idea. Flujo de pensamientos que no se detiene ni distrayéndome. Ni siquiera los espejos en movimiento empanhados de vapor. Ni siquiera los finales tristes de películas en blanco y negro. Ni siquiera las canciones cristianas que me hacías escuchar. Ciertamente tu no te llamas Alicia. Aunque te pareces mucho a ella. Por eso te busco como "Alicia" en cada lugar nuevo que encuentro en este país y en el vecino del sur. No sólo porque te recuerde con A-las de un ángel iluminando mis noches. No por tus L-imites que alguna vez me atreví a cruzar. No porque te haya I-maginado a mi lado para siempre. No por tus frágiles C-reencias, ni por tu I-ngenuidad, ni tus "te A-mo" perdidos en el grass pisoteado por los venados. Tu nombre es más bien una idea, un concepto aterrizado de lo que me gusta en una mujer, en una joven, en una ninha opuesta y parecida a mi. Eres una idea compleja. No existes en realidad, en esta realidad. No tengo pruebas que afirmen mis recuerdos. Tengo sólo una foto donde aparecemos los dos desafiantes, borrosos y separados por un metro de distancia. Tu estás inclinada y yo leo un libro de terror. Aún conservo el libro, ¿no sería esa una prueba de que en algún universo alterno aún permaneces sedienta de mi?. Nadie nos vió, nadie oyó nuestra respiraciones agitadas. Si es así, ¿realmente sucedió?. Te han forzado a olvidarlo, y tu has aceptado sumisamente. No puedo culparte. Es lo mejor. Fuiste lo mejor. Recuerdo un ajedrez de 2 horas por movimiento en tus palabras, tu también lo debes de recordar. Nos demoramos en pensar que decir, y suplíamos silencios por besos furtivos, húmedos e hirviendo. Tuviste la necesidad de hacer tediosas comparaciones antes de eliminarme de tu vida, ¿verdad?. Me odiabas ya demasiado como para perdonarme los 13 meses que tardé en acariciar más allá de los letreros de "no pasar - peligro de muerte" bordados con cautela en tus pendientes. Que no haya relatado la última llamada de 56 minutos que se basó en un monólogo mío al cual eras ya inmune desde hacía unos 9 o 10 meses, no significa que me encuentre escaso de ideas. Que no haya descrito con tanto detalle tu imagen sonriente a 2 metros de un puesto de periódicos y a 15 pasos de una académia de ártes marciales -con tu cabello ensortijado, tu mirada distraida, tu piel luminosa por el sol que decidió salir ese día de invierno- ... ¿Para que continuar con esto? Sé perfectamente que ya no leerás lo que sigue, así como no quisiste oir más de mi. No recuerdo como me despedí, pero fue muy vacío, casi como hablar contra un muro, una pared, nada distinto a lo que fuiste antes de que nos perdamos en la noche. Eres una idea fija en mi cabeza -y lo sabes, pero se lo vas a negar a él-, una obseción que se desvanece lentamente a voluntad propia. Me ha costado, pero lo he conseguido. Lo he pensado 3 semanas, y esta es mi despedida. Tan confusa como tus caricias, tan fría como las palabras que salían de tu boca y tan intrigante como todo lo que hiciste por mi sin esperar nada a cambio -aparentemente- .. hasta el día que estallaste en mi boca y en mis manos. Nunca podría olvidar a quien dejó estos agujeritos en mi cuello.

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