viernes, 15 de junio de 2012

Chaleco antibalas, atril, iguana


*Escritos en 5 minutos [5]

Sabía como hacerla feliz a pesar de todo lo que habían vivido, sabía exactamente como controlar su ira. Sabía sacarle el chaleco antibalas, besarla en la nuca y el cuello muy cerca de su orejita con el sexy lunar, desnudarla y amanecer sonrientes.


El problema siempre fue la monotonía, repetir la escena casi a diario. Ni siquiera con sus excentricidades podía ya sentir la novedad del día siguiente. Ni por haberse comprado una iguana de mascota, ni por tener una cama redonda para los dos. Ni por la piscina inflable con la que jugaban a estar en un hotel de 5 estrellas. Parecía que la creatividad y la sorpresa se había perdido para siempre.

Se paraba frente al atril ubicado al costado de la televisión a recitarle unos poemas que ya no la impresionaban, y sin embargo cuando los repetía de paporreta en cualquier evento social del club por lo menos tres féminas gatunas se le pegaban como abejas a la miel. Era curioso que a pesar de todo no se hubieran separado nunca.

Nunca supe como terminar este cuento y pienso que hubiera perdido si me tocaban estas palabras en la competencia. Sólo sé que antes de dormir los dos se miraban a los ojos y al mismo tiempo se decían con voz muy pícara: "Continuará..".



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