jueves, 5 de abril de 2012

Cuentos ssdp* [1]

Tenía su frágil cuellito a mi disposición
mientras me abrazaba en un parque escondido
y se apoyaba en mi hombro más alejado
podía sentir la circulación de su sangre
la temperatura de un ser vivo débil
pero me sentí su protector o su guardián tal vez
no pude morderla como lobo que ha acorralado un conejito
su cabello me distrajo, desvió mi atención
sus bucles, su color castaño, su lunar, yo estaba paralizado
Tenía sus labios rojos muy cerca y a mi disposición
y el taxi avanzaba muy despacio cómplice de mis ojos antojadizos
la miraba sin disimular con frescura de brisa marina
pero no pude o no quise morder sus pétalos
todos sabíamos quién era la cazadora y quien era el preso
el taxista lo sabía su madre lo sabía
la señorita del grifo lo sabía mi Inca Kola lo sabía.
Tenía su piel de delicado duraznito a mi disposición
clara como el cuarto menguante que nos observaba
tibia como la noche de apariencia dulce como su recuerdo
no éramos pero parecíamos dos seres del mismo cuento
jugábamos a contar aviones y yo sentía que iba perdiendo
con cada paso perdía segundos que se me escapaban por sus poros
se escabullían por mis dedos por más que yo luchaba
con mis manos intentaba contener el tiempo en su piel
debí caerle en gracia al tiempo esa noche
pues aunque no me avisó se detuvo en un abrazo.
¿Sabes algo? Con ellos nada es coincidencia
murmuraban dos viejos árboles conocidos mientras las luces de su
casa se encendían.

*Sin signos de puntuación.

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