No he muerto
y sin embargo para ti soy un fantasma,
una ilusión que no es capaz de evitar el escalofrío que has sentido al recordarme.
No he muerto
y sin embargo estoy moribundo y desvaneciéndome de tu imaginación,
soy sólo un recuerdo añejo de una hoja seca cayendo muy lentamente del árbol de tu casa.
No he muerto,
pero me desvanesco y tu te vas olvidando de mi sin preocuparte de ello.
No he muerto,
pero se acerca el punto exacto en el cual dejo de existir en tu mente y soy reemplazado por nuevos hechos y nuevas formas de vida.
No he muerto,
pero a veces lo desearía.
Siempre he creido en la existencia de aquel viejo ave que renace de sus propias cenizas: "Erido" creo que se llama.
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